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"Judith+Gautier"

La petite histoire del clan Wagner

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La petite histoire del clan Wagner FRANCISCO JOSÉ FOLCH Si el lector es de aquellos que perciben algo trascendental e inexpresable, inconmesurablemente superior a lo cotidiano, cuando escuchan ciertos pasajes del Tristán, o del Anillo del Nibelungo, del Holandés errante o de Tannhäuser, Lohengrin, Parsifal, esta obra nada le aportará para ir más lejos o más alto. Hay otras miles que, desde incontables enfoques -musicológicos, psicológicos, históricos y demás-, lo ayudarán más que éste en ese adentramiento (o ascensión, diríamos más bien los wagnerianos) en la música wagneriana. Justo es admitir que tal no es la meta del autor, pero resulta difícil olvidar que, sin la genialidad de ella, este libro jamás se habría escrito.Y si el lector es versado en Wagner -como adorador o como detractor-, difícilmente encontrará a su respecto algo que no consignen ya una o más de obras anteriores. Si es un...

Ópera barroca imprescindible

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Ópera barroca imprescindible Juan Antonio Muñoz H. El estreno de "Alcina" (1735) será recordado como un acontecimiento, por el ingreso del repertorio barroco al Teatro Municipal y por la consolidación en el país de la tendencia mundial de poner en escena lecturas personales hechas para el debate, y no sólo reproducir el fenómeno escénico. Esta onda expansiva alcanza a la Orquesta Filarmónica y al Coro, que comienzan a acumular experiencia en un ámbito que no les es habitual.No hay que temer ver esta puesta, pero hay que hacerlo sin prejuicios, permitiendo que la música haga lo suyo. De eso se trata el teatro. Cuando Haendel puso en escena su "Giulio Cesare" (1724), aunque la época descrita era la de la Roma imperial, sus personajes fueron vestidos con atuendos del siglo XVIII, plumas y sedas incluidas. Los hombres del barroco eran mucho más audaces y la audición era menos museográfica que hoy.Ese...

Raro, maldito, decadente

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Patricio Tapia Pezo El historiador norteamericano Eugen Weber, en su libro Francia, fin de siglo (Debate, 1989), describe, entre otras cosas de los años finales del siglo antepasado, a ciertos círculos sociales pequeños pero vociferantes que exhibían sus vicios como si fueran medallas. Después del alcohol, el tabaco, las drogas, dice Weber, "los más refinados, insatisfechos con el naturalismo vulgar, extendieron sus indagaciones psíquicas a terrenos aún más etéreos y complicados: el misticismo, el neocatolicismo, la búsqueda diletante de lo afectado y lo extravagante, que puso de moda los misales, las casullas, la ostentación, los lirios, las sedas, las vidrieras, la anemia, las vírgenes, los vestidos entallados, las misas - normales o negras- y las novelas de J.-K. Huysmans". El protagonista de la más famosa de éstas (Al revés, 1884), el caballero Des Esseintes,...

La inmortalidad soñada de los Goncourt

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ELIZABETH NEIRA La inmortalidad fue una de las preocupaciones que ocuparon durante toda su vida a Edmond Goncourt, el mayor de los hermanos de una de las duplas creativas más excéntricas y gravitantes de la literatura francesa de este siglo. Fue gracias al tenaz deseo que los motivó siempre que, hoy, el premio que lleva su nombre se haya transformado en una de las instituciones literarias de mayor prestigio en el país galo. La entrega de los premios Goncourt, que ocurre el mes de noviembre, todos los años desde 1903, ha preocupado al mundo de las letras en su conjunto. Décadas atrás, en Chile, seguidores del galardón han sido Hernán Díaz Arrieta, Hernán del Solar y Ricardo Latcham, entre otros. Según el escritor y poeta Armando Uribe, la popularidad y expectación se debe a que las obras premiadas corresponden efectivamente a las mejores producciones francesas del año.
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