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Era ya el inicio del verano de 1970 cuando un centenar de fanáticos atletas de barba y pelo largo sorprendió a los atónitos transeúntes lanzándose en una agitada carrera alrededor de Central Park. Dieron cuatro giros al pulmón neoyorquino y tras dos horas, 31 minutos y 38 segundos, el ganador de aquello, el Primer Maratón de Nueva York, resultó ser Gary Muhrcke.
Desde entonces, grandes cantidades de agua han corrido bajo el puente Verrazano, punto partida del circuito moderno del certamen. Y sobre él, han desfilado millares de fondistas, varios de los mejores del mundo, quienes cada año toman parte en el maratón más afamado del mundo, cuya XXXI versión largará mañana en dirección a Manhattan.
Una vez más, cerca de 30 mil especialistas de todas las edades, condiciones físicas, capacidades fisiológicas y objetivos técnicos, se reunirán para la apoteósica y...