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por Luis López-Aliaga
EL 3 de abril de 1899, al cabo de 35 días de travesía por el Pacífico, el Sakuru Maru recaló en el puerto peruano del Callao. En aquel barco venían 790 japoneses dispuestos a trabajar como peones en las haciendas azucareras del norte. Las reformas implementadas durante la Era Meiji (1868-1912) terminarían por convertir al Japón en una potencia mundial, pero, en el proceso, grandes sectores se verían obligados a seguir el camino de la migración.
Estos 790 hombres, entre los 20 y 45 años, serían sólo la punta de lanza de un proceso que ya en 1923 daba cuenta de más de 18 mil inmigrantes. Pero la inserción no fue fácil. Los contratos con los hacendados no se cumplían y los cuerpos no se encontraban preparados para soportar las enfermedades de aquellas tierras cálidas y arenosas. Repasa con tus manos las paredes, las puertas, las ventanas/ y dime:...