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"Hugo+Marincovich"

El placer que significa amar en plena madurez

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PAMELA ELGUEDA Cuando el esmog no ahoga Santiago, Norma Romero (79 años) y Hugo Marincovich (77) no perdonan su caminata de la tarde. "Nos conocemos todo el barrio, partimos por Crescente Errázuriz y llegamos hasta Pedro de Valdivia. ¡Son más de diez cuadras!, es que a él le gusta mucho caminar. Imagínese que en la mañana sale a vitrinear y en la tarde sale conmigo", comenta Norma. La caminata es una de las actividades que los Marincovich Romero se reservan para disfrutar juntos, y en la que aprovechan de profundizar el sentimiento que los ha mantenido unidos durante 51 años. "A la edad de uno el amor no es como lo ven los jóvenes... es distinto. Es amistad, es más compañerismo, es tolerancia y respeto por los espacios de cada uno", describe. Es lo que la sicóloga clínica y terapeuta familiar Clemencia Sarquis menciona como uno de los tipos de amor que se puede...

Pelos y barbas de antaño

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Richmond, Gath y Chaves, Yardley, Tello... esas son algunas de las tantas peluquerías hoy desaparecidas que atendieron a caballeros, pues las mujeres se peinaban en "salones de belleza". Ataviados con impecables delantales blancos, peluqueros y barberos recibían a los clientes, quienes habían pedido hora con antelación, a partir de las nueve de la mañana. La rotación de público era enorme y llegaban niños y adultos. Hugo Marincovich (75) recuerda que Gath y Chaves "se notaba que era inglesa; era preciosa, llena de espejos y estaba alfombrada. Incluso tenía juguetes para los niños". Los pequeños llegaban de la mano de sus madres y se sentaban en el sillón a regañadientes. Es que para ellos cortarse el pelo no era cosa grata. Juan Carlos Avatte (63) recuerda que muchas veces había que amarrar a los niños para que no se movieran, pues de lo contrario el peluquero podía...

Toda una vida celebrando el día de "San Valentín"

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MARÍA PAZ CARVAJAL Hace dos semanas, Hugo se levantó como todos los días a preparar el desayuno. Eran las 09:30 horas y despertaría a su señora con la bandeja en la mano y las palabras precisas en la boca, pero Norma se le adelantó: "Dame un abrazo, hoy estamos de aniversario". Tal vez sin rosas ni cenas románticas, pero el 31 de enero sigue siendo para los dos un día especial. ¿Cómo se logra eso tras 52 años de matrimonio y 7 de pololeo? "Con mucha paciencia", estalla la carcajada de Norma Romero (80), mitad broma, mitad en serio. "Antes, la mujer tenía mucho aguante y eso ayudaba a que duraran las cosas, claro que el costo era anular a veces su personalidad". "Yo tenía mal carácter", se delata Hugo Marincovich (77). "Pero siempre fui muy cumplidor y hasta hoy vivo preocupado de mi gente". Norma oye y asiente con la cabeza..."Esas cosas uno también las va poniendo...

Todo por los acordes del bandoneón

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LEONARDO NÚÑEZ y MARÍA PAZ CARVAJAL Cuando murió Mario Armando López, famoso cantante chileno de tangos, su hermano Gaspar quiso reunir sus canciones, pero se encontró con un gran obstáculo. "Nunca guardó nada, y los pocos discos que había en la familia se quebraron o se echaron a perder". Mario había cantado con las orquestas de Natalio Tursi y de Carlos Arci, había grabado un disco que vendió 150 mil copias, y no quedaba nada. Fue entonces, hace 12 años, cuando Gaspar comenzó su incesante búsqueda, hasta que dio con un coleccionista del Persa Bío Bío. "Sólo pude dar con 20 canciones, pero mi amistad con este coleccionista -hace dos años fallecido- me permitió intercambiar otros temas perdidos". Tal como lo dijo alguna vez la pluma de Enrique Maroni: "Triste, sensual, dormilón, mezcla de risa y lamentos, vuela de los instrumentos y se mete al corazón". Y es...

Dar el sí era toda una ceremonia

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No era raro que en las bodas de principios de siglo el novio entregara las "arras". "Eran trece monedas de oro que se le brindaban a la novia en la ceremonia como retribución por sus talentos", cuenta Eduardo Sepúlveda (81). Pero lo que más recuerda es la misteriosa desaparición de algunas de ellas en su matrimonio. "Entre los invitados había un oficial de Carabineros que se regresó a la iglesia a buscar las monedas. Al final, uno de los acólitos tuvo que reconocer entre lágrimas que se las había guardado en el bolsillo", relata entre risas. El novio debía usar chaqué y la novia un velo que le cubriera la cara. La pompa de la ceremonia daba paso a la fiesta, financiada por los padres de la novia y en la cual se servía pavo además del tradicional "ponche a la romana.". "Podía durar hasta tres días", dice Hugo Marincovich (76). "Recuerdo haber visto a los invitados...
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