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Por Antonia Domeyko. Fotos Sergio Alfonso López. Detrás de la vitrina de vidrio y sobre bandejas de cerámica blanca hay una tarta de fondue de chocolate decorada con azúcar flor, hay otra tarta llamada normandie recubierta con láminas de almendras, hay una torta de mouse de chocolate. También un montón de eclairs, uno sobre el otro, y macarons ordenados en fila y por colores. Todo fue preparado por Salam Touré, un pastelero de africano, específicamente de República de Guinea, de piel oscura y sonrisa grande. La pastelería, ubicada en una esquina residencial en Las Condes (Alonso de Camargo 7017), es pequeña y acogedora. Tiene dos mesitas en la entrada para disfrutar de algún pastel. Un espacio que no da abasto para la cantidad de clientes que entra. Hoy es jueves por tarde y Salam no está quieto: mientras con una pinza ordena una docena de macarons en una caja para un...
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Por Shivani Vora / The New York Times No vinimos por los kilómetros de costa, por la promesa de los festines de mariscos ni por los pueblos ricos en historia. Ni siquiera las vistas espectaculares y los acantilados escarpados nos llamaron la atención. Sólo había una cosa que me atrajo junto a mi marido, Mahir, a Bretaña, en el noroeste de Francia: las calugas de caramelo de mantequilla salada.Los dulces siempre han puesto a prueba mi resistencia, pero los caramelos de mantequilla salada me han dejado rendida desde que los probé en una tienda de París, que hace más de una década vende dulces hechos a mano.En mi ciudad natal, Nueva York, no existe escasez de caramelos salados. Lo que antes era un lujo exótico ahora parece omnipresente: barras de chocolate y caramelo saladas se venden en cualquier farmacia e, incluso, varios restaurantes ofrecen su versión de la misma en sus...