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FEDERICO CASANELLO FRISIUS*
A pesar del desastre del Transantiago, volver a las micros amarillas sería a todas luces un error. Flexibilizar el sistema actual aparece como la alternativa más conveniente para la ciudad.
Sin embargo, resulta incomprensible que históricamente se haya privilegiado el Metro, cuando representa apenas al 7,4% de los viajes motorizados de Santiago, contra el 42,1% de los viajes en buses, y se hayan invertido alrededor de US$ 2.000 millones en Metro y menos de US$ 300 millones en la reestructuración del sistema de buses.
¿Por qué incomprensible? Primero, porque el estándar que pueden ofrecer los buses hoy puede ser bastante cercano al Metro o a los tranvías modernos, poniendo como ejemplo los sistemas que existen en Brasil, Colombia y Ecuador. Segundo, porque la inversión necesaria en infraestructura y material rodante es entre 10 y 20 veces menor que...