Sólo 538 dólares. Ése fue el capital con que Bill Hewlett y Dave Packard, dos compañeros de la Universidad de Stanford que coincidían en los ramos de matemáticas y ciencia, iniciaron su empresa. No tenían un peso más, pero sí las ganas de hacer algo grande y un garage un poco destartalado de Palo Alto, cerca de San Francisco, en California, como laboratorio de experimentación. Era finales de los años treinta, y ellos, después de clases, se reunían a trabajar en el invento que los apasionaba: el oscilador de audio, un instrumento de prueba electrónico necesario para las comunicaciones, la geofísica y la medicina.
La dupla HP era atómica. Mientras Bill Hewlett aportaba con la astucia innovadora y la capacidad técnica, el formal Dave era un gran administrador. Ya egresados, Dave, recién casado y trabajando como profesor, y Bill, con un posgrado en el MIT, se instalaron...