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"Alain+Mimoun"

De Roma a Atenas, el chileno que presenció nueve JJ.OO.

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De Roma a Atenas, el chileno que presenció nueve JJ.OO. Claudio Herrera "Debo ser el chileno que ha visto en directo el mejor atletismo del mundo en los últimos 60 años", reflexiona Gonzalo Alcaíno, testigo privilegiado de nueve Juegos Olímpicos (Roma 1960, México 1968, Montreal 1976, Los Angeles 1984, Seúl 1988, Barcelona 1992, Atlanta 1996, Sydney 2000 y Atenas 2004).Con 80 años, atesora fotos y recuerdos de cada uno de los periplos. Dueño de una memoria única, enumera cronos de todas las pruebas olímpicas y detalles de cada evento. Muestra una zapatilla utilizada en los 1.500 metros de Sydney 2000 por el marroquí Hicham El Guerrouj, con quien lo une una amistad. "El otro par se subastó en mucho dinero", advierte."Los Juegos del 52 los seguí por los diarios. Yo estaba en el quinto de humanidades y me volví loco con las carreras de (Emil) Zatopek, ahí bajó la pasión erótica que tengo por el atletismo", sostiene, mientras...

El trágico maratón

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Boughera El Ouafi se dio sólo un gran gusto en su vida. Lamentablemente, lo hizo en una fecha y en una ciudad inolvidables para el deporte chileno. Amsterdam, 5 de agosto de 1928. Se corría el maratón de los Juegos Olímpicos y Manuel Plaza, ya entrada la prueba, se veía como el más sólido aspirante al oro. Está de más decir que el chileno no ganó - por años se dijo que había extraviado el camino, en un episodio muy caricaturizado- y El Ouafi cruzó la meta primero antes de desplomarse exhausto. La carrera es, por lejos, el capítulo más luminoso de la vida del naturalizado francés, porque el resto lo inunda una espesa neblina. Un dato para empezar: el fondista nació en Ould Djleb, en Argelia, el año 1898. O 1899. Quizás en 1903. Los registros africanos de principios de siglo no son de lo más pulcros. Nunca nadie le preguntó tampoco para aclarar la duda. Menos en...

La "Locomotora" Llegó a la estación final

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Aduras penas pudo seguir desde su lecho las carreras largas de Sydney 2000. Solía ser el más crítico a la hora de ver las imágenes olímpicas del maratón, de los cinco mil y los 10 mil metros, pues recordaba muy bien de qué se trataba aquello. Ese arte de la resistencia, de los cambios, de los "palos" que "mataban" a sus rivales y de la gran levantada final, su famoso segundo viento. Había ganado cuatro oros en la historia de los Juegos, incluida la tripleta de lujo, increíble, irrepetible: la gesta heroica de Helsinki '52, donde dominó el fondo completo, las tres distancias... Y aquellas cosas no se olvidan. Es por eso que, en cada cita olímpica, el checo Emil Zatopek no se despegaba del televisor a la hora del endurance. Pero los Juegos de Sydney serían los últimos para él: en esta temporada había sufrido una serie de problemas respiratorios que habían mermado...
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