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"Akira+Kato"

En busca del nuevo Akira Kato

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No existen dos opiniones. Hay un antes y un después de la estadía del técnico japonés Akira Kato en Chile, a mediados de la década de los setenta. Tres de los cuatro entrevistados fueron hijos de ese proceso. Con él, afirman sus todavía seguidores, llegaron la técnica y el trabajo sistemático para conseguir resultados. Y hasta se creó una escuela de talentos, que aglutinaba jugadores y jugadoras de provincias y los recibía en la capital. De ahí surgieron Ricardo Vorpahl, Marisol Ibarra y, bastante más tarde, Dominique Raab. Me trajeron de Temuco, me tenían en una residencial deportiva, me pagaban los estudios, me daban comida (con nutricionista incluida) y tratamiento médico, y las universidades otorgaban becas deportivas. Había un sistema coherente para que un proyecto se desarrollara. Nosotros somos de esa generación. En esa época, el vóleibol tenía un gimnasio...

Es lo que hay

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Laura Solís En el concierto sudamericano hay dos "monstruos" del vóleibol: Brasil y Argentina pelean lugares a nivel olímpico y mundial, en damas y varones. Les sigue Venezuela, país que ha crecido enormemente en los últimos años. Perú también tuvo su época de oro con los sextetos femeninos dirigidos por el japonés Akira Kato. Colombia sube y baja, pero siempre es un hueso duro de roer. ¿Y Chile? "Estamos muy lejos de lo óptimo y cada día nos distanciamos más", sentencia Dominique Raab, seleccionada nacional hace 25 años. No es la única que piensa así. La historia indica que el vóleibol femenino nacional ha conseguido honrosos cuartos lugares y que les ha dado pelea a los grandes equipos, robándoles al menos un set en instancias internacionales. Pero -a nivel local- ha tenido una difícil existencia. Si pensamos que se trata de un deporte masivo, practicado en la...

Jorge Hevia, el armador

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Aldo Schiappacasse "Yo jugaba básquetbol en el colegio San Gabriel y mi entrenador me envió a una prueba en la Casa Central de la Universidad Católica. Entré al gimnasio y me di cuenta de que no era de básquetbol, sino de vóleibol. Y para no perder el viaje, porque yo vivía lejos, me probé. El problema era que se pedía una estatura mínima de 1,75 y para pasarla yo me paré en puntillas. Al técnico de la época, Antonio Corral, la situación le pareció simpática y, pensando en que le pondría empeño, me dejó. "En mi familia había cero pasado deportivo y era extraño que a mí me apasionara tanto. Ya había ensayado con el fútbol, donde llegué a las divisiones menores de la U. También pude jugar en la Católica, porque era buen central y tenía físico, pero para 1977 había un Sudamericano en Lima y era requisito participar en una gira, por lo que...
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