CECILIA VALDÉS URRUTIA Próximo a cumplir 80 años, David Hockney, con esa voz ronca y risa espontánea, hace ya tiempo con un oído con sordera total y un físico que acusa el paso de los años, confiesa que el arte lo rejuvenece. "Cuando pinto me siento como si tuviera 30 años". El artista británico se traslada con sus obras pictóricas a un mundo que le fascina y que mucho tiene de su propia vida y de su imaginación.Vestido, algunas veces, con alegres y llamativos colores, similares a las luminosas aguas de las piscinas o a los bucólicos paisajes que pinta, su genuino lenguaje artístico lleva a otro estado emocional, produce un contentamiento en él y el público, reconoce la crítica. Pero Hockney impone allí también sus reglas, como a sus recientes retratados que exhibió en la Royal Academy de Londres, a quienes sentó en la misma silla durante un día y se fijó en sus...